2022-04-24 14:49:08 +05:30

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Según algunas personas,
todos los sumos sacerdotes han visto lo mismo cuando sus días se acercaban a su fin:
una pila de coronas ocultas bajo un árbol marchito.
Cada corona resguarda los secretos de una vida.
Al retirarse, cada sacerdote ofrece su corona de pulcras ramas blancas a este mundo.
Cada ciudad poderosa y antigua, y cada altar de sacrificios, debe regresar finalmente a las profundidades de la tierra.
Asimismo, la prosperidad algún día tiene que llegar a su fin.
Sin embargo, esto no significa que no haya nada que dure para siempre.
Al final de cada ciclo vital, la tierra se renueva, por lo que la eternidad es cíclica.
La búsqueda de la verdad es el producto de la prosperidad, y no la semilla que la planta.
Según algunas personas,
alguna vez, la gente de la tierra podía escuchar las revelaciones de Celestia procediendo directamente de ella.
En ese entonces, los enviados de los dioses caminaban entre la ignorante raza humana. En aquellos días, la vida era frágil, y todo estaba cubierto de un hielo perpetuo.