2022-04-24 14:49:08 +05:30

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Plaintext

Una flor corriente arrancada delicadamente por el maestro del Gladiador.
Hizo un broche con ella, el cual puso en el pecho del luchador. Ese fue el gesto más amable del maestro.
Cuando el Gladiador aún no era una leyenda viviente, alguna vez dio un paseo con su joven maestro por un jardín.
Este arrancó una flor y se la dio al taciturno esclavo.
“Un regalo no siempre es una recompensa. A veces se hace simplemente al dejarse llevar por el momento”,
dijo con una sonrisa el astuto maestro en un día del futuro.
El invencible Gladiador finalmente cayó ante los pies de una forastera.
En ese momento, recordó el sueño que tuvo hace muchos años.
“Qué flores tan hermosas. Me pregunto cuándo podré comenzar mi propio viaje”.
“Me gustaría ver cuán hermosas son las flores silvestres”.