2022-09-27 21:30:24 +05:30

35 lines
2.6 KiB
Plaintext

Una veleta que guía a un viajero en tierras distantes de vuelta a casa. No importa en dónde se esté, el águila plateada que la corona siempre mirará en dirección al viento.
La cerúlea pluma revoloteó mientras ella cantaba suavemente, guiando a quien regresaba a casa hacia el otro extremo, donde el viento soplaba suavemente.
“No me importa tu origen ni los pecados que hayas cometido, pero...”.
El joven amo —aunque nunca fuese reconocido como tal— limpió con delicadeza las manchas de sangre de su rostro.
“Cuando los vientos de la rebelión soplen por estas tierras, espero tenerte a mi lado.
Yo maté al halcón. Que esto sea un secreto entre nosotros dos...”.
Así como las brutales lanzas harían manar en un futuro la sangre de los parientes, y las manchas carmesíes se volverían negras en la nieve...
... Su corazón también fue atravesado, como una flecha invisible, cuando el verdadero joven amo se mostró en su mente.
Desde entonces, siempre puso un ojo en las cosas que debía hacer como sirvienta, y el otro en las “misiones” que
debían hacerse para hacer realidad la visión por él descrita.
Soñaba con estar a su lado... No. Se conformaría con estar entre la multitud a sus espaldas si pudiera bañarse
en aquel viento incomprensible junto a su verdadero joven amo.
Para ello, había una gran cantidad de clavos y espigas que debían ser retirados para poder derrumbar el gran edificio...
“No te entristezcas, Priscilla. Todo en este mundo tiene un precio.
Recuerda. Si por desgracia todo esto fuese desvelado, ve al Punto Portatormentas y enciende la almenara.
Cuando los vientos de la rebelión soplen por estas tierras, tú y yo seremos la violenta bruma que lo precede”.
“Sí, joven amo Eberhart”.
Sí. Olvidémonos del linaje y las obligaciones, de la separación y de la añoranza.
Ya no quedan muchos clavos. Dentro de poco, el viento de la gloria pasada volverá de nuevo.
Pero...
Los halcones y sabuesos de la familia olieron la conspiración, y la silueta de las velas nunca pudo verse desde el promontorio.
Al final, ella se rio quedamente. No se había conformado con su propia fortuna ni con la de incontables más.
Pero en ese momento, cuando alzó la mirada a la pálida luz de luna reflejada en las espadas desenvainadas, cuando oyó las
risas burlonas de los confundidos nobles, no sabía por qué, pero no sintió ninguna angustia ni resentimiento.
Ya no quedan muchos clavos. Dentro de poco, el viento de la gloria pasada volverá de nuevo.
“Joven amo, serás como esta águila plateada. Mostrarás en qué dirección sopla el vendaval.
No te entristezcas por mí. Pronto seré un suspiro entre los mil vientos...”.