2022-04-24 14:49:08 +05:30

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Un lujoso cáliz hecho de oro. Fue un obsequio que el amo del Gladiador le dio como premio.
De este cáliz bebió el Gladiador victorioso, ya fuera vino o la sangre de los vencidos.
Tras otra de sus victorias, el Gladiador, cubierto de heridas, ofreció el honor de la victoria a su maestro.
Más embriagante y adormecedor que el buen vino fueron la victoria, el honor y los aplausos de la multitud.
El maestro, que le permitió sentarse a su lado y beber con él, le obsequió este cáliz.
Delicado y hecho solo para él, representaba el cuidado y afecto del maestro.
Pero las cadenas doradas de la vanidad habían aprisionado al Gladiador y la serpiente venenosa del deseo lo estranguló.
El campeón se detuvo a la espera del vino de la victoria y perdió la oportunidad de recuperar su libertad.