2022-04-24 14:49:08 +05:30

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En sus sueños, vio una sombra que cantaba y bailaba bajo la luz de la luna.
Se parecía a aquel joven de tez blanca de un pasado muy distante,
pero también a ese yo frágil y puro que surgió cuando el odio y
el sufrimiento que tenía se disiparon.
El trotamundos no sabía que él también era capaz de soñar.
Pensaba que los sueños no eran más que trucos baratos de los eruditos.
O que tal vez era la forma en que su antiguo corazón oponía vanamente su resistencia.
“En el pasado, tuviste un corazón con la capacidad de desear.
Pero no era más que un objeto que servía para mentir y engañar.
En cambio, ahora tienes algo que realmente te pertenece.
En un futuro, este cuerpo tendrá el poder de aspirar a gobernar el mundo”.
“Sin embargo, esto no son más que sueños de alcanzar una época de gran esplendor.
Al final, acabarán desapareciendo entre los suspiros y el sufrimiento de esta tierra”, dijo el yo de una época
futura. ¿O tal vez pasada?
Al trotamundos no le preocupaba, pues sabía que, al despertar,
no era él quien desaparecería, sino el imperceptible porvenir.