2022-04-24 14:49:08 +05:30

23 lines
1.2 KiB
Plaintext

Un omamori fabricado mediante la técnica de lazos con papel de arroz.
Dicen que sirve para atar los deseos con su propio destino.
En el pasado, aprendí a encargarme de los asuntos del santuario bajo la tutela de la gran señorita Saiguu.
En aquel entonces, yo no era más que una joven miko que había llegado a Narukami desde un pequeño pueblo de pescadores.
Era más ingenua que un cepillo para hacer té, además de impulsiva y curiosa.
Siempre me sentía inocentemente escéptica ante las incomprensibles y refinadas palabras de la señorita Saiguu.
“Todo en este mundo está entrelazado. De hecho, las ilusiones y las fantasías nacen de la realidad.
Los omamori no tienen la capacidad de hacer realidad los deseos, pero sí de entrelazarlos para hacerlos eternos”.
Al ver mi cara de perplejidad, la Kitsune Saiguu no pudo evitar reír a carcajadas.
Me dio un golpe en la cabeza con su pipa y cambió de tema con gran sutileza:
“Seguro que ya conociste a la persona con la que estás predestinada, Hibiki”.
“¿Qué destino se puede tener con ese hombre tan bruto?”
“Oh, ya veo...”
Sin embargo, la oscuridad acaba engulléndolo todo.
Y, de la misma forma, aquel destino también se desvaneció.