2022-04-24 14:49:08 +05:30

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El Gladiador fabricó este reloj de arena él mismo. Lo volteaba antes de cada batalla.
Cuando el reloj dejó funcionar, el Gladiador ya llevaba mucho tiempo tumbado en un charco de sangre.
Cada vez que peleaba, ponía el reloj de arena a un lado.
Cuando el polvo del combate se disipaba y el público lo aclamaba, la arena del reloj seguía fluyendo.
En su pelea final, se enfrentó a una muchacha.
En sus ojos vio la timidez de una niña y la ferocidad de una joven leona.
Al fijarse en su forma de caminar, la chica vio los pesados grilletes del paso del tiempo que encadenaban al Gladiador.
Fue una pelea que este no había tenido en años: feroz, pero satisfactoria.
Sin embargo, el combate terminó en un instante. La fría hoja de la espada se hundió en el corazón del Gladiador, cesando el flujo de su reloj de arena.