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Ha pasado mucho tiempo. Las flores rojas de la residencia ya florecieron y se marchitaron varias veces. La estructura principal de Aaru ya casi está terminada.
Debería faltar poco para que Aaru sea tal y como ordenó nuestro dios al-Ahmar: capaz de abarcar todas las cosas que puedan existir en este desierto.
Así, por fin podrá hacerse realidad la ambición inquebrantable de al-Ahmar.

Y quizás pueda volver a ver la sonrisa de mi madre cuando ese día nos alcance.
Aunque mi madre siempre tuvo prejuicios contra al-Ahmar. Ella siempre creyó que él era el origen de todas las calamidades de Gurabad, pero ese pensamiento dista en absoluto de la realidad.
Parece que ya no recuerda que al-Ahmar me ascendió... A mí, hijo de una criada y de un fugitivo, me permitió convertirme en el arquitecto de Aaru.
Es un gran honor para una persona con un origen como el que tengo yo.

Ningún dios ha amado nunca a su pueblo como al-Ahmar.
Fue la pena que sintió cuando un desastre se llevó la vida de su padre la que le llevó a erigir Aaru, para evitar que un desastre de tal magnitud se volviera a suceder sobre la faz de esta tierra.
Creo plenamente en ello.

El mundo mortal es como un río situado entre Aaru y el inframundo. Ningún mortal puede cruzarlo, tantearlo o codiciarlo, y quien incumpla estas normas caerá en el inframundo para toda la eternidad.
Para ascender a Aaru, es necesario poseer una forma parecida a la de un buitre, volar en torno al inframundo, picotear tres órganos y, así, obtener el consentimiento de al-Ahmar para adoptar la forma de un halcón y sobrevolar el río.
Tras sobrevolar el río con el cuerpo de un halcón, debes prender tres ascuas del Sol con unas plumas, lo que te concederá la compasión de al-Ahmar y te permitirá ascender a Aaru.

Esperemos que la sabiduría siempre more en la Sala de la Coronación, que todos los pobladores del desierto puedan ascender a Aaru, y que Gurabad recupere su gloria pasada.
Espero que todo esto deje un legado indeleble.

Un momento... Acabo de escuchar una explosión enorme... Será mejor que me acerque a ver qué ocurre.

(El manuscrito, sin más, termina aquí.)