Una noche, un oficial de borla blanca se reunió a beber con un poeta. Entre vino y música, el poeta volcó por accidente la piedra de tinta, manchando de negro la borla del lancero. “Esa no es más que una anécdota entre el lancero y el poeta. No tiene nada que ver con mi lanza de borla negra”. El viejo herrero golpeó a su aprendiz y le pidió una borla teñida de negro para la nueva lanza.