Las leyendas antiguas decían que el Rey del Bosque era inmortal; que al final de su vida, su cuerpo se fusionaría con la selva; que sus garras y dientes se convertirían en madera tan dura como el hierro; que sus rayas formarían un laberinto infinito; y que sus ojos resplandecientes se transformarían en la luna clara que brilla en el cielo y en la que se refleja en el agua. Todos los fallecidos renacerán en otro cuerpo. Lo podrido dará lugar a brotes jóvenes y puros. “Sin embargo, las almas destruidas por la muerte no serán más que recuerdos perdidos para siempre. ¿Habrá un lugar para ellos en el ciclo de la vida y la muerte? El alma es solo un concepto vacío, por el contrario, y los recuerdos regresarán finalmente a la tierra. ¿Por qué tener miedo de perder lo que originalmente no era más que vacío? Es mejor recordarnos y apoyarnos mutuamente, y guardar la imagen de todos para siempre. ¡Así podremos romper el ciclo natural de la vida y la muerte y preservar nuestros recuerdos para siempre!”. Mucho tiempo después, los amigos que una vez prometieron recordarse siempre contrajeron la enfermedad maligna del olvido. Según las imágenes de las tres personas y los tres espíritus descritas en un viejo sueño no del todo olvidado, y en los registros e hipótesis que dejó un médico demente expulsado de la Academia, habría que atrapar el sueño, atrapar a los moradores del bosque capaces de controlar los sueños, para que ese amigo recuerde de nuevo su propio aspecto y recupere los recuerdos compartidos. Y si el órgano que gobierna los recuerdos está demasiado dañado como para sanar, entonces traeré a otro viejo amigo y viviremos juntos en los sueños del pasado. No estaría mal jugar en casas hechas en los árboles y explorar las inmensas profundidades de la jungla. En los sueños, todos tienen la oportunidad de empezar de nuevo. Pero antes, tengo que atrapar a esas criaturas del sueño. Esos mercenarios me ayudaron bastante en el pasado. Confío en que esta vez tampoco me decepcionarán.