El reloj de arena de la Orquesta del Errante. También es un arpa. La melodía se vuelve más solemne a medida que se toca. Cuando la actuación llegaba a su fin, la Orquesta tocaba este arpa. Cuanto menos quedaba para acabar, más profunda se hacía la melodía. Así, el espectáculo llegaba a su fin una vez el tono del arpa era tan grave que se disipaba en el viento. Sin embargo, todo tiene un final, y la Orquesta del Errante no fue una excepción. Cuando el destino acabó uno a uno con cada músico, sus instrumentos quedaron enterrados bajo el polvo. El reloj de arena también tocó su última nota, marcando el gran final de la Orquesta del Errante.