Cuando las oscuras maldiciones y las raíces de la calamidad infestaron la tierra, los caballeros que estaban en una expedición por una tierra lejana se tuvieron que enfrentar cara a cara contra el horror. Su formación militar era gélida como los glaciares del norte. El acero de sus grandes espadas brillaba intensamente, y la sangre oscura cayó como lluvia envenenada. Por fin, el Guerrero regresó a casa, pero esta vez sin su viejo amigo. Muchas cosas habían cambiado, salvo el reloj de arena que le había regalado su compañero de la infancia.