Esta es una flor de escarcha eterna que arrancaron unas manos delicadas. Debe haberle dado a alguien fuerzas para ver el invierno como un abrazo cálido. “El cuarto fresco es para ti. Tu imagen permanecerá en este muro para toda la eternidad”. “Por este fresco, y por todo el mundo, te esperaré aquí y rezaré por tu regreso...” La joven, de pie frente a un muro en blanco y sonriendo, prendió una pequeña flor en el pecho del guerrero. Era una persona elegante e impasible, que no pestañeaba ni ante la muerte. Sus actos heroicos fueron olvidados y enterrados en las tempestades del norte y la nieve finalmente se derritió. Sin embargo, esa flor nunca se marchitó.