El Berserker sediento de sangre devastó las tierras, luchó contra humanos y monstruos e incluso desafió a los arcontes. En una tierra estéril y sin vida, se encontró con un monstruo gigante. Su máscara de acero no pudo ocultar su ira, por lo que estalló una pelea interminable. Horas, días y años pasaron, y el monstruo finalmente fue derrotado. El Berserker succionó la médula del cuerno roto del monstruo. Ese fue el vino de la victoria.