Un objeto muy útil para ganar en una discusión acalorada. Hace que las palabras de su portador tengan peso. Puede usarse en cualquier discusión para que el adversario atienda a razones. Al fin y al cabo, nadie puede resistirse a la elocuencia. Sin embargo, finalmente, se ordenó que esta arma dejara de producirse por la cantidad de protestas a las que daba lugar. Fue un “todos contra uno” en toda regla.