Una diadema muy antigua. Brilla con la luz del trueno domado. La feroz bestia esclavizó al pueblo con la ira del trueno. El rugido de este, sin embargo, era tan efímero como el poder que se desvaneció junto con él. El Domador de Truenos derrotó a la bestia durante una tormenta eléctrica, y obtuvo esta corona con la que se podían domar los truenos. Lo único que no podía domarse era el inevitable paso del tiempo.