... Somos hijos sin familia, sirvientes insignificantes lejos de la vista de la luz. En la mano izquierda portamos el escudo con el que defendemos nuestra patria. En la derecha, la espada que actúa como la voluntad de la estrella invernal. Nuestras coronas son las máscaras con las que desdeñamos los absurdos principios del cielo, y bajo nuestros pies están los dioses falsos y los enemigos gobernados por ellos. ... Seré la maldad que se esconde entre la bondad, el lobo disfrazado de oveja, la gota de veneno en el vino. Me despediré de mis hermanos de sangre y lucharé por unos padres cuya sangre no heredé. Queridos Snezhevichs, queridas Schneitzevnas, queridos hermanos y hermanas. Si algún día me detengo y caigo en un profundo sueño bajo el abedul blanco, por favor, sigan hacia delante...