Un reloj que funciona con luz lunar y solar. Es capaz de captar los rayos de luz incluso en días nublados. Cuando Liyue se vio amenazada por aquella maligna oscuridad, este objeto permitió a los guerreros recordar la calidez del sol. Al luchar junto al Yaksha, los soldados también se vieron afectados por el karma que este emanaba y por el sufrimiento que padecía al acabar con las vidas de otros. Con el fin de no verse consumidos por la masacre, los soldados de la Geoarmada utilizaban este reloj para registrar el paso del tiempo durante cada batalla. Con un paso y un ritmo unificados, el primer escuadrón de soldados se retiraba para dar paso al siguiente. Y así, continuaron retirándose y avanzando hasta llegar a las profundidades de la Sima, donde el Yaksha y los valientes soldados fueron derrotados. Un siglo después, este reloj fue exhumado por unos mineros. El objeto desprendía un centelleo metálico bajo la luz de las estrellas. Cuentan las leyendas urbanas que un día se vio a un coleccionista de antigüedades deambulando por las calles del mercado. Vestía una toga negra y pagó grandes sumas de dinero para comprar estos relojes de sol de oricalco. Algunos vendedores intentaron averiguar por qué lo hacía, pero él siempre eludía sus preguntas con ingeniosas excusas y argumentos. Fueran cuales fueran las intenciones de aquella persona, solo el tiempo podrá darnos la respuesta.