Ni siquiera el tiempo te pasa factura cuando eres un niño que nació con estrella. Pasaron los años y el Afortunado no tenía ni parientes, ni hijos que lo pudieran cuidar. Pero en su vida llena de suerte, todos sus conocidos acabaron siendo buenos amigos o familia. Cuando su vida llegaba a su fin, vio un reloj de arena que estaba haciendo una cuenta regresiva. Al ver el reloj, se rio, agarró un tirachinas y lo hizo añicos.